Cuando desde la Fundación Tamaimos registrábamos nuestra propuesta formal para dedicar el Día de las Letras Canarias 2026 a Alfonso García-Ramos, lo hacíamos desde el convencimiento de que la obra del novelista y periodista tinerfeño no podía ser ninguneada por más tiempo. Por el camino fuimos anudando complicidades de todo tipo que nos reafirmaron en dicho convencimiento; también venciendo alguna resistencia. Como pueden imaginar, para Tamaimos fue un gran día cuando finalmente se hizo oficial su designación. Por emplear una frase tan manida como cursi, "un sueño hecho realidad"

Pero si, como dijera el bardo, “somos de la misma materia que están hechos los sueños”, es preciso seguir soñando, imaginando. Hace tiempo que imaginamos un Día de las Letras Canarias que sea una auténtica celebración del patrimonio literario de nuestro país. Ahora que toca celebrar al autor de, entre otras obras, Guad, ¿cómo imaginamos un año entero dedicado a García-Ramos?

Empecemos por lo obvio: hay que reeditar en condiciones toda su obra. Pero, ¿por qué limitarse a una editorial de Madrid y no lanzar a García-Ramos al inmenso mercado de América Latina? ¿Nos atrevemos o seguimos pensando a lo pequeño? También clama al cielo la necesidad de recuperar el Premio Internacional de Novela Alfonso García-Ramos, por ejemplo. Además, sería una buena oportunidad para que el Cabildo de Tenerife enmendara su error al haber apoyado este año a otra candidatura en vez de a su otrora consejero de Cultura.

Sigamos imaginando: ¿qué ocurriría si invitamos a los y las excelentes profesionales del cómic y la novela gráfica que tenemos en Canarias a reinterpretar cualquiera de las obras de García-Ramos? ¿O si ponemos a Lajalada y a Aniba Faycán, por ejemplo, a dialogar con los cabuqueros de Guad? ¿O a Yeray Rodríguez y La Pantera? ¡Qué fascinante ruta por las galerías de Tenerife! Y, ¿cuál sería el resultado de encargar a profesionales como Arima León, Omar A. Razzak, David Pantaleón, José Alayón, David Baute, Chedey Reyes y un larguísimo etcétera de nuevos creadores una miniserie de cinco capítulos sobre sendas sonatas de Tristeza sobre un caballo blanco? O de traer a la fiesta a Nicolás Calvo, el artista plástico canario, miembro de la Generación de los 70, autor de las míticas ilustraciones de la primera edición de Tristeza…, blandiendo su tipografía TaMaiMa bajo el brazo, para enredar a los profesionales del diseño gráfico por los barrancos de Teneyda.

¡Ojalá recuperar y llevar a la pantalla el guion cinematográfico de Guad a cargo de Antonio Cifo! O volver a representar la versión teatral de Tristeza…que adaptó en su momento Pascual Arroyo. Sentemos ante el folio en blanco a Andrea Abreu, Aida González Rossi, Lana Corujo,… y a ver qué pasa si es Daniasa Curbelo quien se inventa una performance en Tenesora. ¡Qué juegos de mesa, fanzines, paseos literarios, recursos y materiales didácticos, monólogos, coloquios y estudios daría de sí el riquísimo universo literario de Alfonso García-Ramos! Estoy seguro de que sus compañeros de gremio periodístico se sumarían con entusiasmo a esa celebración de su obra, de su vida, en fin. ¿Cómo no iban a hacerlo –la sociedad canaria entera– por quien renovó la prosa literaria de las islas y allanó el camino para tantos y tantas que vinieron luego?

Gregorio Salvador dijo de Alfonso García-Ramos que "había que echarle de comer aparte”. Tenía razón. Ahora que toca celebrarlo en todas sus dimensiones, sigamos echándole de comer aparte para que su prosa continúe alumbrando nuevos caminos a las canarias y canarios del siglo XXI que sientan en nuestras letras el latido de nuestra Matria.

Muchos recordaremos cómo disfrutábamos de las noches de verano en la azotea observando las estrellas. Una experiencia de las que dejan huella a niños, y a los no tan niños, y que cada vez resulta más difícil de experimentar debido a la fuerte contaminación lumínica de nuestras ciudades y pueblos que impiden que podamos observar con claridad el cielo nocturno

Este problema, lejos de mejorar, va a más y es más grave de lo estimado. Hay muchos lugares de La Tierra en los que nunca oscurece por completo y las previsiones apuntan a que en los próximos años, la luz artificial seguirá eclipsando a las estrellas a un ritmo más alto de lo que sugerían las observaciones por satélite: cada vez será más difícil ver las estrellas.

Existe una reciente investigación realizada con observaciones llevadas a cabo desde tierra por 51.351 científicos de todo el mundo entre 2011 y 2022 y liderada por Christopher Kyba donde han calculado que el brillo del cielo nocturno por la iluminación artificial aumenta entre un 7 y un 10% por año. El aumento del uso de diodos emisores de luz (LED) blancas en el alumbrado público, en la iluminación exterior, en publicidad, en fachadas y en recintos deportivos está haciendo brillar el cielo nocturno a un ritmo espectacular y cegando nuestra visión de las estrellas.

En 2016, los astrónomos informaron de que la Vía Láctea ya no era visible para un tercio de la humanidad y el resplandor del cielo ha empeorado considerablemente desde entonces. Se calcula que, al ritmo actual, acabará siendo muy difícil ver nada en el cielo y la mayoría de las constelaciones más importantes serán indescifrables en 20 años.

La contaminación lumínica está reduciendo rápidamente el número de estrellas visibles a simple vista desde La Tierra. Se ha determinado que un niño nacido en un lugar donde hoy se ven 250 estrellas de noche sólo podrá ver unas 100 cuando cumpla 18 años.

El problema es que el público todavía no percibe la contaminación lumínica como una amenaza. Sin embargo, las consecuencias negativas de la contaminación lumínica son tan desconocidas por la población como las del tabaquismo en los años 70.

La pérdida, cultural y científica, será intensa. Todos los humanos a lo largo de la historia se han maravillado ante el cielo nocturno y sería una gran privación que la próxima generación no llegara a verlo nunca.

Aún debe aumentar mucho la concienciación para que la luz artificial nocturna no se perciba como algo positivo, sino como el contaminante que realmente es.

Muchos niños y jóvenes que viven en el medio urbano no han podido ver la Vía Láctea en toda su vida y, de seguir así, dentro de poco tendrán que viajar a lugares remotos para poder verla.
Todos, y no sólo los astrólogos, deberíamos tener derecho a disfrutar de la oscuridad del cielo nocturno.