Imprimir esta página

La escritora canaria Arantxa Rufo indaga en el dolor de la culpa en su más reciente novela ‘Las tres muertes de Sarah Colbert’

Septiembre 24, 2025

En su quinta obra, la primera que cuenta con respaldo editorial tras el éxito de sus cuatro novelas anteriores que fueron autoeditadas: ‘Punto de mira’, ‘Zed está muerto’, ‘Sangre en las manos ‘y ‘Espira’, la escritora canaria vuelve a sumergirse en el género en el que siente más cómoda: la novela negra

En Las tres muertes de Sarah Colbert (Duomo Ediciones, 2025), Arantxa Rufo va un paso más allá casi sin proponérselo, incluso a nivel estilístico, retratando una historia más intimista, aunque sea raro para un thriller. Una historia que transita de forma más pausada y reflexiva. Un relato cocinado a otro ritmo, que permite a la autora tomar más riesgos, fruto de la confianza narrativa que le han aportado sus obras anteriores

Madrileña por circunstancias de la vida y canaria desde siempre (llegó a Tenerife cuando apenas contaba con un año de vida), la escritora Arantxa Rufo (Madrid, 1979) ha conseguido remover los cimientos del género negro en España con su novela más reciente, Las tres muertes de Sarah Colbert (Duomo Ediciones, 2025). Su capacidad innata para seducir al lector con maestría y sin artificios, haciéndolo partícipe del viaje al dolor y la culpa de la protagonista de su obra, fluye de manera natural, como la vida misma.

En su quinta novela, la primera que cuenta con respaldo editorial tras el éxito de sus cuatro obras anteriores que fueron autoeditadas: Punto de mira, Zed está muerto, Sangre en las manos y Espira, la escritora canaria vuelve a sumergirse en el género en el que siente más cómoda: la novela negra.

Pero en Las tres muertes de Sarah Colbert, Arantxa Rufo va un paso más allá casi sin proponérselo, incluso a nivel estilístico, retratando una historia más intimista, aunque sea raro para un thriller. Una historia que transita de forma más pausada y reflexiva. Un relato cocinado a otro ritmo, que permite a la autora tomar más riesgos, fruto de la confianza narrativa que le han aportado sus obras anteriores.

La culpa que siente la protagonista de la novela es algo que podemos compartir, porque nos solemos culpar de cosas de las que en absoluto somos responsables. Vivimos culpándonos de hechos que ocurrieron en nuestra infancia y no teníamos ninguna responsabilidad. Pero eso no impide que continúe afectándonos muchísimo tiempo después. De alguna manera, esa culpa ha influido en Sarah Colbert, y por pura empatía y experiencia compartida la comprendemos y la acompañamos en su dolor.

La investigación que dibuja Las tres muertes de Sarah Colbert se convierte en la excusa ideal para relatar en la novela la vida de la protagonista, desde la infancia a la actualidad. En ese contexto, Rufo retrata personajes creíbles, humanos y reconocibles, que respiran, que sienten y padecen el peso de la vida, aunque sus recuerdos sigan atrapados en los acontecimientos pasados que desataron el caos y ahora regresan para cerrar el círculo. Lo que nos sucede en la infancia y la juventud queda grabado a fuego en nuestra memoria para siempre. Esa huella indeleble, que permanece latente esperando su oportunidad, es capaz de desatar todo lo que se avecina y arrasar a su paso nuestra propia integridad.

Arantxa Rufo sitúa el relato de su última obra en Estados Unidos, donde Sarah Colbert, la sheriff de 35 años y madre soltera del condado de Wenatchee (una población que existe en realidad), cerca de Seattle, en Washington, un lugar pequeño e inhóspito rodeado de un bosque y un lago, trata de sobrevivir cada día traumatizada por un pasado doloroso y oscuro marcado por tres hechos: la muerte violenta de sus padres cuando ella y su hermana gemela Raquel tenían siete años; la desaparición de su hermana a los veintidós años, sin explicación ni causa aparente; y la reciente reaparición de Raquel que ha vuelto a poner patas arriba la turbulenta existencia de Sarah.

La escritora canaria desmadeja sutilmente a lo largo del relato los entresijos de un lugar aparentemente aislado del mundo y a la vez tan cercano que huele a lluvia, decadencia y misterio, y en el que se citan personajes que son lo que parecen, aunque a veces no lo creeríamos.

Los escenarios recreados con maestría cinematográfica nos permiten disfrutar y saborear la esencia de cada protagonista que vive y respira según sus propias creencias y miserias. Y como piedra angular de la historia siempre está Sarah Colbert, que se ve obligada a aparcar de nuevo su vida para dar sentido a la aparición del cuerpo sin vida de su hermana y de paso reordenar las piezas del puzle de una existencia al que le siguen faltando algunas certezas.

Narrar desde el tuétano. El género de novela negra le va como un guante a Arantxa Rufo. Minuciosa, detallista y oscura en su mirada cercana, la escritora canaria despliega una forma de escribir y de crear vida marcada por expresiones, silencios y gestos que desatan la empatía inmediata. El mejor escenario literario, sin duda, para que pueda dar rienda suelta a su imaginación y escrutar la psicología de los personajes.

Nada en su escritura es fruto de la planificación. Muy al contrario, la narración de Rufo fluye de manera natural dejándose guiar por la historia y un devenir del elenco de personajes tan necesarios como el propio relato, hasta el punto de sentirse la propia autora parte de la historia a la que suma distintos guiños que solo ella conoce y comparte.

Rufo logra alcanzar el reto haciéndonos partícipes de la frenética y dolorosa búsqueda de la verdad a la que se entrega Sarah Colbert. Podemos sentir en carne propia su sufrimiento y compartir con ella cada resquicio de verdad o mentira que acaba saliendo a la luz.

Una lectura recomendable, sin tiempo para tomar aliento gracias al estilo adictivo que dibuja Arantxa Rufo en Las tres muertes de Sarah Colbert, que sacude y recompone cada renglón de la narración para generar atmósferas reales que respiran vida y tormento a manos llenas.

La densidad justa y necesaria. La literatura ha acompañado desde que era muy pequeñita la existencia de Arantxa Rufo. Ese permanente interés por devorar cada relato, cada página que caía en sus manos dio paso, de manera casi natural, a la escritora que necesitaba contar sus propias historias.

Las tres muertes de Sarah Colbert es fruto de una mezcla de hechos coincidentes en el tiempo. Una canción que habla del regreso de alguien al pueblo de su infancia, a su amor perdido, a la vida que tuvo en ese pasado y a lo que se encuentra ahora, ya de adulto. Eso hecho influyó en una parte del relato. También la lectura de una novela, Carter (Ted Lewis, 1969), en la que un asesino regresa a su ciudad porque han matado a su hermano. Músicas y libros que suelen influir mucho en la literatura de Arantxa Rufo confluyeron además para ahondar en la historia que aborda el tema de gente que se reencuentra con su pasado. Todas esas referencias e ideas se fueron mezclando para dar lugar a la novela.

Una obra en la que tienen cabida personajes que atrapan y expresiones, silencios y gestos que aportan la densidad justa y necesaria, hasta lograr un relato que no se puede dejar de leer.

Los giros dramáticos y el dinamismo en los diálogos proyectan un aura visual muy fácil de digerir y disfrutar. Porque se trata de historias que parecen sacadas de la sección de sucesos de un diario o de un expediente policial por la precisión y el detalle de los escenarios por los que transitan los personajes.

Fruto sin duda de la necesidad de Arantxa Rufo de ser muy meticulosa y detallista con el realismo de los lugares donde se desarrollan sus historias. Un ejercicio que, aun siendo agotador para la autora, supone una recompensa que agradecerá el lector.

La literatura como un viaje. La influencia del cine en sus relatos resulta tan evidente como el hecho de que las tramas se desarrollan en los escenarios en los que se rodarían si fueran películas. Pero no es algo baladí. La literatura nos invita a viajar mientras leemos y, en el caso particular de Arantxa Rufo, además es una válvula de escape tan necesaria como respirar; una manera de viajar mientras escribe.

Esa manera tan fresca de narrar ha fascinado a autores de renombre de la novela negra como César Pérez Gellida y Víctor del Árbol, que han elogiado su capacidad para cautivar desde el relato. Alabanzas que más allá del vértigo que han provocado en ella que algunos de sus autores preferidos se hayan fijado en su trabajo, la animen a seguir el camino trazado y continuar su proceso de aprendizaje. El que la llevará, sin duda, a seguir contando historias que no nos dejarán indiferentes.

Incansable en su labor como escritora, sin tiempo para abrir un paréntesis antes de emprender una nueva aventura, Arantxa Rufo lleva tiempo esbozando lo que vendrá. Dos proyectos bastante avanzados, en distintos momentos de revisión y corrección, se abren camino en el futuro de la autora canaria.

Nunca digas nunca jamás. Lo que antes entendíamos por novela negra ha evolucionado hacia una literatura que respira y late desde prismas muy diferente entre sí. El género negro permite a Arantxa Rufo meterse en muchos papeles protagonistas en sus novelas y explorar múltiples personalidades.

La novela negra le da la posibilidad a la autora canaria de explorar cómo responde la gente ante determinadas circunstancias. Sin embargo, y a pesar de esa “vena criminal” que ha liberado a conciencia en sus primeras cinco novelas, no se cierra a nada en un futuro: “Me gusta la expresión nunca digas nunca jamás”, reconoce.

La novela negra continúa siendo el espacio literario donde se siente más cómoda a la hora de escribir y leer, aunque también “consume” todo tipo de géneros literarios, por lo que no es descartable que pueda probar en otra categoría más adelante.

De momento, seguirá compaginando su profesión de informática y diseñadora gráfica, con la literatura y su compromiso con el arte vinculante y emergente.

Integrante y fundadora junto con Ana González Duque, Dulce Xerach, Helen Rytkönen, Pilar Torres, Felicidad Batista e Irina Daria, del colectivo de escritoras Generación I (I por insular, intergeneracional e internet), defiende el propósito es conseguir que la literatura tenga el mismo papel que el resto de las artes en cuanto a validación profesional se refiere.

Valora este artículo
(0 votos)
Publicado en Cultura
Redacción

Lo último de Redacción

Artículos relacionados (por etiqueta)